Los niveles sanitarios y de maduración de la uva han sido óptimos aunque la producción, escasa.
2017 será recordado como un año sobresaliente. Las condiciones sanitarias de la uva han sido excelentes y la maduración ha sido óptima, tanto fenólica como alcohólica. Así, hemos cosechado en el momento justo, dando lugar a vinos que destacan por su equilibrio y frescura. La helada que nos afectó en La Cerdanya (1.200m) merece un capítulo aparte, y también el verano seco con una ola de calor extrema. Todo lo anterior ha llevado a una cosecha corta en producción y días, y también la más avanzada que recordamos.
El año agrícola se inició con un otoño lluvioso, 220L de agua entre octubre y diciembre, que llegó muy bien a las plantas para preparar y realizar una adecuada hibernación invernal. No empezamos a podar hasta la llegada del frío a mediados de enero. En resumen, el invierno fue frío y lluvioso.
La Malvasía de Sitges fue la primera variedad de uva que brotó el 8 de marzo, el moscatel y el xarel.lo el 14 de marzo, y las uvas tintas Garnacha, Syrah y Cabernet alrededor del 5 de abril. En el Garraf la primavera fue bastante seca con 77L/m2 de precipitación y el calor llegó a principios de junio. En la Cerdanya el pinot noir germinó a mediados de mayo y el riesling el 15 de abril y se vio afectado por la histórica helada del 27 de abril.
El verano fue muy caluroso y seco, sólo 28L de H2O, y las viñas sufrieron una ola de calor del desierto de 3 días a principios de agosto. Las condiciones anteriores produjeron una caída del rendimiento de entre el 20% y el 25% y una cosecha extraordinariamente temprana que comenzó y terminó 10 días antes de la media. El moscatel comenzó el 7 de agosto y terminó el 12 de septiembre con el xarel.lo y la garnacha. La vendimia en la Cerdanya fue el 15 de octubre, una vendimia muy rara debido a las heladas, al granizo y a la acción de animales como la avispa y el cabrito. Por otro lado, obtuvimos uvas de alta calidad, que darán como resultado vinos con gran personalidad.